Una hora después de que la Presidenta de la Nación anunciase en la galería de los Patriotas Latinoamericanos que su compromiso con la Patria es irrenunciable y que el rol que le exige la historia es el de constituirse como puente entre las nuevas y viejas generaciones, Abogados por la Justicia Social (AJUS) ofreció en la facultad de Derecho, ante unos cien abogados, estudiantes y militantes, una charla sobre las políticas de Seguridad del gobierno nacional. Los invitados fueron Ileana Arduino, Secretaria de Políticas de Prevención y Relaciones con la Comunidad del Ministerio de Seguridad de la Nación y Alberto Binder, Vicepresidente del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP).
Ricardo Dios, integrante de AJUS, y moderador de la actividad, le puso palabras a la algarabía generalizada que colmaba el salón, celebrando el anuncio de la Presidenta, un hecho político por el que se venía trabajando con mucha convicción desde hacía varios meses.
Después del aplauso cerrado y emotivo, Dios dijo que la Seguridad ha sido poco considerada por la militancia en su agenda, por lo menos hasta el año pasado, “cuando la juventud kirchnerista se juntó en Río IV, Córdoba, y por primera vez se puso a la Seguridad en la agenda de actividades”. Subrayó que se ha pasado de la resistencia a la acción, y recordó que “somos una generación muy estigmatizada por la policía, en especial durante los años noventa”. Remarcó que los tiempos cambiaron de manera contundente y que “ahora contamos con las herramientas del Estado Nacional ya que con el Kirchnerismo todo llega, y a partir de diciembre de 2010 tenemos un Ministerio de Seguridad”. También aprovechó para decir que “de ésta casa de estudios muy pocos nos fuimos con una noción de qué significaban las políticas de seguridad”, y que “hoy que casi todos los especialistas en políticas públicas de Seguridad están trabajando en el nuevo Ministerio”.
Binder tomó la palabra durante más de media hora, y compartió un exhaustivo análisis acerca de los modelos históricos de seguridad en pugna: el represivo y el democrático, o en otros términos, el autogobierno de las fuerzas de seguridad o la conducción civil de esas mismas fuerzas. “El debate es ideológico”, afirmó, y sostuvo que “el primero tiene que ver con un pacto entre la dirigencia política con las cúpulas policiales y éstos, a su vez, con ciertos sectores de la criminalidad, participando de los negocios, un modelo terrible en términos valorativos, claramente negativo para la democracia, y aparte, inviable”. Explicó que fueron estos esquemas los que generaron las grandes crisis policiales de los años noventa que quedarían en la historia como “la maldita policía”. Celebró, entonces, la creación del Ministerio de Seguridad, no sólo por la calidad de los funcionarios convocados, sino también, y en especial, por los cambios en las políticas de seguridad. Afirmó que “hoy estamos en condiciones de preguntarnos, entonces, qué hacemos con la violencia del Estado y la violencia de la sociedad”, y en ese sentido punteó las distintas dimensiones que se deberían tener para pensar en la “construcción del gobierno de Seguridad” que oriente las políticas públicas a nivel nacional, provincial y municipal. “Un modelo centralizado o descentralizado de la policía”, reflexionó, y optó por la segunda. Habló de los fiscales federales: “ganan fortunas y no producen nada realmente relevante”. Habló de una burocratización y desidia a niveles vergonzosos. Habló de la prevención del delito, “políticas extremadamente complejas y un desafío inconmensurable”, de la necesaria reorganización del Sistema de Penas, del conglomerado de la Seguridad Privada, que “nos guste o no vino para quedarse y que debería pasar de manera inminente a manos del Estado para controlar la mano de obra deficiente que descartan las fuerzas policiales”. También mencionó los controles sobre las fuerzas de seguridad y la participación ciudadana, y volviendo al principio de su ponencia, recordó a modo de ejemplo, la toma de tierras del parque Indoamericano y la resolución del conflicto de la mano de la negociación y el aporte multiministerial de herramientas democráticas. “El otro modelo de resolución, por supuesto”, remarcó, “era el represivo”.
Para cerrar compartió un interrogante, que a su vez es un desafío: “En cuánto tiempo vamos a construir estos resortes básicos. ¿Uno, cinco, diez años?”. Y le avisó a los desprevenidos, “que nos podemos encontrar con sectores progresistas que se inclinarán por los viejos pactos con los sectores policiales, ante las reformas planteadas por el Ministerio de Seguridad, y a su vez sectores de derecha que verán con buenos ojos la nueva modalidad de trabajo”.
Arduino también expuso de manera brillante. Como funcionaria del Ministerio de Seguridad, dijo que estaba allí para “pasar revista de algunas de las decisiones que avalan la convicción oficial de poner manos en el asunto de la seguridad”. Explicó que desde el mismo diseño del Ministerio se tomaron decisiones política en relación a la seguridad y que “hay un conjunto de señales muy prometedoras, por ejemplo, que las políticas de Bienestar de las Fuerzas, por primera vez en la historia, está en manos del Poder Civil”. En el mismo sentido, mencionó que el rol de la comunidad también es novedoso porque ofrece un canal de comunicación que provee de insumo a quienes deben tomar las decisiones políticas. “Un tipo de participación”, subrayó, “que vas más allá del accesorio cosmético ligado al modelo de participación cooptado por los sectores hegemónicos, como por ejemplo las asociaciones amigas de las comisarías”.
Como lo hiciese su colega Binder, la funcionaria puso sobre la mesa el conflicto desatado por la toma de tierras, pero en el Club Albariño, en Mataderos. “Tenemos la obligación”, dijo, “de decodificar las distintas demandas de los grupos de vecinos. No todos estaban atrás de los intereses de TN, y no todos bregaban por la solución que te aporta la Infantería. El uso de la fuerza, para nosotros, es una herramienta excepcional del Estado”. Finalmente, se sabe, la solución llegó después de buscar alternativas democráticas que abordasen el conflicto desde lo social. Habló de “la Trata”, a modo de ejemplo, y como uno dos los temas más complejos, y dijo que “gran parte de la efectividad de las políticas públicas depende no sólo del gobierno central, sino también de los gobiernos locales de cada distrito. Para cerrar, contó que de manera semanal, el Ministerio impulsa reuniones con el resto de los Ministerios, para coordinar el aporte que cada organismo tienen para hacer en función de los objetivos comunes como “reducir los niveles de violencia y conflictividad”, o “construir políticas de integración y construcción de ciudadanía”.
Ricardo Dios volvió a tomar la palabra, y abrió la posibilidad de hacer preguntas. A partir de ahí, durante varios minutos, se charló sobre la sindicalización y formación de las fuerzas policiales, la jurisprudencia de la información que generan las cámaras de seguridad dispersas en la vida pública, y otras.
Para el cierre, el moderador de AJUS llamó a votar a Daniel Filmus, el representante del gobierno nacional que va a impulsar una política de seguridad democrática en la ciudad de Buenos Aires, en contraposición del escenario actual que impulsa Mauricio Macri, paladín indiscutido del modelo autoritario de la seguridad.
Fotos: Patrick Haar
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