En consonancia con la batalla cultural que estamos dando, es sumamente importante que nuestro país genere herramientas de restricción (diplomática, económica, financiera) en forma mancomunada con los países suramericanos a fin de restringir cualquier actividad económica, que potencialmente implica un menoscabo a la soberanía nacional, que decida realizar Gran Bretaña en las islas o en sus aguas adyacentes.
Debemos comprender el contexto mundial actual, en el cual las grandes batallas se originan por el control de los recursos: la invasión a Irak, el conflicto en Libia y la intervención en el conflicto de medio oriente por parte de las grandes potencias son el claro ejemplo, es en esta perspectiva geopolítica que debemos analizar la actualidad de la cuestión Malvinas.
En la lucha que se avecina, América del Sur asume un rol protagónico considerando que su potencial de desarrollo es infinito, teniendo en cuenta que posee unas de las mayores reservas naturales a nivel mundial de petróleo, gas, recursos minerales, tierras y agua dulce.
Gran Bretaña amplió sin previa consulta de 200 a 350 millas su zona de exclusión, reforzó su base militar, mediante el envío de aviones y unidades navales de última generación; constituyó a las Islas Malvinas como territorio de ultramar de un estado miembro de la Unión Económica Europea mediante el Tratado de Lisboa y actualmente fue instalada una base militar de la OTAN en el territorio isleño, constituyéndose así en la base más importante del Hemisferio Sur.
El General Perón nos dijo: “El Siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”; la única alternativa posible que tenemos como pueblo es la profundización de la integración para proteger nuestros recursos naturales en tanto herramientas esenciales de autodeterminación. Argentina debe permanentemente incluir en los foros regionales la gravedad de la base militar en Malvinas como amenaza continental.
Los lazos institucionales deben profundizarse, como nos mostrara Néstor Kirchner, y se deben fortalecer las organizaciones regionales como el MERCOSUR y el UNASUR, continuar la presión conjunta a través del Grupo Río y de los países del Caribe, como ocurrió hace poco tiempo en la Cumbre de Cancún, donde se reconocieron los legítimos derechos soberanos de nuestro País en las Islas del atlántico sur.
De igual manera debemos tomar conciencia como sociedad que ganando esta batalla podremos tener un futuro escrito desde nuestra soberanía y no uno dictado por los grupos de poder mundial. Y el camino debe ser un proceso de discusión estratégica de un modelo de país que incluya a todos sus ciudadanos, que defienda el interés nacional, proteja y explote sus recursos naturales, desechando el modelo librecambista y depredador que se nos impuso en la década de los noventa. Tomemos lo dicho hace sesenta años por uno de los conductores políticos más grandes de Suramérica, ya que el tiempo es enemigo del hombre y ya estamos en tiempo de descuento.
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